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ALMAS PASAJERAS


Llega una edad en donde la madurez te enseña que no todas las personas que pasan por tu vida son aquellos amigos que creías durarían para siempre o serían los amores eternos. Son algunas, solo almas efímeras, que dejan huella, otras cicatrices y algunas son solo un espejismo borroso en algún lugar poco visible de los recuerdos.

Podría detenerme a escribir un tratado sobre como asumir las ausencias de esas personas, que en algunos casos, pasan con más pena que gloria. En vez de eso te diré, que las almas que en el algún momento pensamos se quedarían para siempre, acompañándonos en el camino, pero que dolorosa e irremediablemente cuando más seguros estamos de eso, pasa lo que nunca creímos posible. Los asares de la vida y el destino terminan alejando esos seres especiales que pensamos jamás se irían de nuestro lado, así aprendemos que además de la muerte existen diferentes maneras de perder seres amados.

De repente te das cuenta que hay partidas que no implican a la muerte pero que pueden ser mucho más dolorosas aún. Por convención sabes que el dolor que causa la muerte biológica de un ser amado es indescriptible, la impotencia y la rabia que nacen de adentro de nosotros es incontrolables, se trata del hecho de saber que ya nunca más podrás hacer nada por esa persona que parte de este mundo, pero que con el tiempo queda la certeza que aún, en su final, estuviste ahí, y que al menos en tus recuerdos siempre permanecerán juntos.

El otro dolor es el que te invade cuando pierdes a alguien que amas por razones muy distintas a la muerte, o bueno por lo menos la física. Se trata de algo que constantemente hace hincapié en tus sentimientos, porque sabes que esa persona está ahí, en algún lugar, pero que por circunstancias que muchas veces se salen de control y son difíciles de manejar, te impiden bajo cualquier voluntad tan si quiera volverle a ver o hablar. Es aún más doloroso saber que esa alma que se fue no vislumbra la más mínima intensión para presentir cómo te sientes y el dolor que causa su partida.

Sin embargo es aquí en donde debes asumir ese tipo de ausencias, no como algo verdaderamente negativo, si, son dolorosas, y hay que entender que una vez te alejan de tu centro por su partida no volverás a ser la misma persona, ¿para bien o para mal? no lo sé, pero si con grandes lecciones y enseñanzas.

Sea cual sea la circunstancia que rodea la partida de esa alma que se fue, hay que entender que la vida es una espiral constante y que son los ciclos que tristemente en algunos casos llegan a su cierre y cumplen con su cometido, regalarnos experiencias que quedaran en recuerdos memorables y vivirán en nuestros corazones por mucho tiempo. Tal vez en algún momento cuando dejen de doler se conviertan en nostálgicos recuerdos que de vez en cuando regresan para advertirte que nada es para siempre. Mientras tanto hay que abrir la mente a nuevas posibilidades, nada te asegura que no vuelva a pasar o que volverá a doler pero si será diferente y quizá esas almas que lleguen se queden y te acompañen aún después de la muerte.

Pero nunca jamás olvides que esos amores intensos que en su momento te retorcieron el corazón, y que algunos a los que llamaste amigos y que hoy solo son desconocidos, sin duda, todas y cada una de esas almas, te enseñaron que hay ausencias que hacen que no vuelvas a ser quien eras y la mejor forma de salir delante, a pesar del vacío que queda, es entendiendo que es imposible sacarse de la cabeza aquello que está en el corazón.

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